
Cada vez más lugares empiezan a cobrar por ver sus monumentos turísticos. Los últimos: los molinos de Holanda
Si turisteas, paga. A medida que el flujo internacional de viajeros recupera (o incluso supera) los niveles precovid y grandes destinos como Venecia, Ámsterdam o Florencia, se enfrentan al turismo desbocado, una idea empieza a extenderse por el sector: si quieres conocer grandes monumentos, montañas o cascos históricos no llegará con que cojas un avión, pagues un hotel y acudas en persona al lugar. Una vez allí deberás comprar una ‘entrada’. Igual que en un museo.
Venecia ha sido una pionera de esa filosofía, que ahora ve con interés Holanda.
¿Qué ha pasado? Que si viajas a Países Bajos es probable que en no mucho tiempo debas pagar por conocer uno de sus grandes iconos: Zaanse Schans, una especie de museo al aire libre de Zaanstad, em Holanda Septentrional, famoso por sus molinos de viento. Desde hace años los turistas acuden allí en masa (hay buses que se encargan de transportarlos) para visitar sus museos históricos, pasearse por sus senderos, disfrutar de su peculiar arquitectura y sobre todo sacarse selfies.
¿Tanta gente acude? Sí. Las autoridades de Zaanstad aseguran que Zaanse Schans es una de las «excursiones de un día más populares» de Países Bajos, algo a lo que ayuda su patrimonio y lo cerca que está de Ámsterdam. Solo lo superarían el parque Efteling y Rijksmuseum. Tras la caída de turistas durante la pandemia, las autoridades calculan que en 2024 el Zaanse Schans atrajo a unos 2,6 millones de visitantes. Y hay quien advierte que no tardará en rebasar los tres millones.
¿Qué quieren hacer? Lo que plantean las autoridades de Zaanstad es cobrar una entrada a los turistas que quieran visitar Zaanse Schans. Su plan lo anunciaron en detalle en primavera, en un comunicado en el que deslizan algunas claves, como que la tarifa que tiene en mente el Ayuntamiento es de 17,5 €, una suma «realista» en su opinión. La idea es que la paguen solo los visitantes. Los vecinos de Zaanstad y Wormerland y ciertos «grupos específicos» podrán seguir accediendo gratis.
Cobrar por el acceso requiere algo más que aprobar una tarifa, así que las autoridades de Zaanstad están planteándose también cerrar al público ciertas carreteras y senderos. «El Zaanse Schans dejará de ser de libre acceso como lo es ahora», confirma el Ayuntamiento. La idea es que empiecen a exigirse entradas en la zona ya en la temporada turística 2026, aunque AFP precisaba hace poco que las autoridades han abierto la puerta a cierto retraso. En su comunicado de primavera, el Ayuntamiento hablaba de que la medida estaba aún en fase «preliminar».
Y todo esto… ¿Por qué? Por la masificación. Las autoridades aseguran que Zaanse Schans se ha convertido en «un símbolo nacional del turismo excesivo» y advierten de sus efecyos. «El patrimonio y la calidad de vida de los vecinos corren el riesgo de verse afectados por el turismo masivo», advierte el Consistorio antes de recordar que el flujo masivo de visitantes «tiene importantes consecuencias para la seguridad y habitabilidad» e interfiere en el mantenimiento de su arquitectura.
No es nada nuevo. La región ya se planteó el mismo dilema en 2020, pero la pandemia y la caída del turismo durante los años siguientes evitaron que tuviera que ir más allá. «Sin embargo desde 2022 el bullicio ha vuelto a su nivel habitual. En 2024 el Zaanse Schans atrajo a 2,6 millones de visitantes. Eso también significa que todos los problemas causados por el turismo excesivo han regresado», recalca el ayuntamiento, que recuerda que la Oficina Neerlandesa de Turismo prevé que el turismo extranjero en la región crezca un 37% durante los próximos años.
¿Y lo recaudado? AFP desliza que la nueva tarifa tendría un doble efecto: rebajaría el volumen de visitantes y sobre todo recaudaría millones de euros que las autoridades podrían emplear para el mantenimiento de los edificios históricos. En esa misma idea insiste el Consistorio, que recalca que los ingresos generados por las entradas «son necesarios» para costear la preservación de su patrimonio, además de garantizar «la seguridad y calidad de vida» en la zona.
«El Zaanse Schans necesita intervenciones urgentes para la preservación de todo su patrimonio, mayor seguridad y mejoras en los espacios públicos. No hacer nada no es una opción. Sin los recursos suficientes se perderá a corto plazo, entre cinco y siete años», argumenta. «El volumen de turistas también influye en el patrimonio: cuanto más se utiliza, más gestión necesita». No todos lo ven igual. De hecho, en la localidad hay quien advierte de que el nuevo gravamen dañará el turismo.
¿Por qué es importante? Porque, más allá de lo que pueda suponer para Zaanse Schans o los futuros visitantes que quieran disfrutar de sus molinos de viento, la decisión de Zaanstad conecta con una tendencia mucho mayor: la de cobrar a los turistas que quieran disfrutar de destinos icónicos. Venecia ya exige una entrada de acceso y medidas similares se han adoptado (o al menos discutido) en Japón para subir al Fuji y Roma para acercarse a la Fontana di Trevi. El tema está también sobre la mesa en Nueva Zelanda para visitar sus playas y montañas.
Incluso en Italia los agricultores han empezado a instalar tornos en pleno campo para exigir a los turistas que paguen un ‘peaje’ si quieren atravesar sus campos. No hace falta salir del país para encontrarse con medidas similares. Más allá de la tasa turística, que sigue expandiéndose por varias regiones del país, en España también se ha hablado del cobro por visitar ciertos destinos icónicos. En 2024 la presidenta del Cabildo de Tenerife planteó una ecotasa para disfrutar de espacios naturales.
Imágenes | Kismihok (Flickr) y Karl Paul Baldacchino (Unsplash)
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La noticia
Cada vez más lugares empiezan a cobrar por ver sus monumentos turísticos. Los últimos: los molinos de Holanda
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Xataka
por
Carlos Prego
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